jueves, 20 de octubre de 2011

Lluvia de octubre

Cae la lluvia que hacía meses no caía, no con nocturnidad y alevosía. Caen por fin las gotas de arena, dulce tierra, dura piedra. Aprieta más con cada una de las letras. ¡Crescendo! 


Sí, hoy deja que la lluvia caiga, deja esta noche que los charcos se amontonen en las vacías calles de esta triste ciudad en la que a partir de las 22h, tú, lluvia, eres la reina de la ciudad. Mañana ya se preocuparan los incrédulos de atribuirte el mal fario, el mal humor y la tristeza; que yo, cuando despierte, iluminaré cual rayo tuyo, mi día. La sonrisa espejada, el reflejo, hará sucumbir cualquiera que se interponga entre mis pies y el chasquido de ellos sobre el húmedo asfalto.

Sí, hoy deja que la lluvia caiga, por si no vuelve a caer jamás. Y deja que broten tus lágrimas, de impotencia ante el final de la tragedia. Hoy eres mía, esta noche, tu hermana, el tiempo, y tú, lluvia sois mías y dejaré que os escapéis entre mis dedos pidiéndoos a cambio tan sólo que hoy seáis mías. Las cosas más maravillosas de toda una vida se miden en segundos.

Esta noche y lluvia, gérmenes de un húmedo mañana, os dejo ya acariciar mis oídos y mecerme en vuestro manto.

Buenas noches, Noche.